Al llegar el otoño, con las primeras lluvias puede realizarse una actividad que me parece tan recomendable, que la incluiría de forma obligatoria en la enseñanza. El contacto directo con La Madre Tierra. Al labrar la tierra podemos sentir como si destapáramos un tarro lleno de aromas que están ahí desde hace miles de años y despiertan nuestra memoria ancestral, recordándonos de donde venimos y adonde nos dirigimos. Esta reflexión, aunque expresada con un lenguaje un tanto poético, me parece una realidad de la que cada vez nos vamos alejando mas, pero que siempre estará ahí. Fue esta tierra la que genero todo lo que hay sobre ella, incluidos nosotros y a ella vuelve todo lo que deja de existir si es que alguna vez deja de hacerlo.
Recuerdo ahora aquello de que la materia no se destruye, solo se transforma.
Por eso pienso que desde niños deberíamos aprender a apreciarla, a tener presente estos valores sea cual sea el camino que tomemos después.
Seria muy positivo a mi entender, que políticos y grandes economistas hubiesen experimentado, aprendido a recordar o a no olvidar, esto.
Desde luego puede hacerse de muchas formas. Yo en este caso lo he hecho con la ayuda de una vieja "mulilla" mecánica que compre hace algún tiempo casi regalada rescatándola del olvido.
Intente devolverla a la vida con cuatro arreglillos y se muestra tan agradecida, que después de casi tres años sin ponerla en marcha arranco a la primera y casi hace el trabajo sola.
Casi sin percibirlo había comenzado a comportarse como un pincel y sin darme apenas cuenta, habíamos trazado sobre este maravilloso lienzo lo que casi me atrevería a llamar, una pequeña obra de arte.
Quien sabe si no seria este el primer soporte utilizado para plasmar una expresión plástica
por nuestros primeros antecesores.
De todo esto fui dándome cuenta a medida que observaba la tierra y el resultado de lo que estábamos haciendo. Así que tuve la impresión de que esto realmente merecía la pena.
Por fin no tuve mas remedio que rubricar la obra y no encontré forma mejor de hacerlo que con la palabra PAZ, no como la expresión de un deseo o como una esperanza, sino como la mejor forma que encontré de definir el estado en el que me encontraba en ese momento.
Recuerdo ahora aquello de que la materia no se destruye, solo se transforma.
Por eso pienso que desde niños deberíamos aprender a apreciarla, a tener presente estos valores sea cual sea el camino que tomemos después.
Seria muy positivo a mi entender, que políticos y grandes economistas hubiesen experimentado, aprendido a recordar o a no olvidar, esto.
Desde luego puede hacerse de muchas formas. Yo en este caso lo he hecho con la ayuda de una vieja "mulilla" mecánica que compre hace algún tiempo casi regalada rescatándola del olvido.
Intente devolverla a la vida con cuatro arreglillos y se muestra tan agradecida, que después de casi tres años sin ponerla en marcha arranco a la primera y casi hace el trabajo sola.
Casi sin percibirlo había comenzado a comportarse como un pincel y sin darme apenas cuenta, habíamos trazado sobre este maravilloso lienzo lo que casi me atrevería a llamar, una pequeña obra de arte.
Quien sabe si no seria este el primer soporte utilizado para plasmar una expresión plástica
por nuestros primeros antecesores.
De todo esto fui dándome cuenta a medida que observaba la tierra y el resultado de lo que estábamos haciendo. Así que tuve la impresión de que esto realmente merecía la pena.
Por fin no tuve mas remedio que rubricar la obra y no encontré forma mejor de hacerlo que con la palabra PAZ, no como la expresión de un deseo o como una esperanza, sino como la mejor forma que encontré de definir el estado en el que me encontraba en ese momento.